El 8 de marzo de 1908, en Nueva York, trabajadoras del sector textil de la fábrica Cotton de Nueva York se declararon en huelga para reivindicar mejoras en sus condiciones de trabajo. En conmemoración de esta fecha, los grupos socialistas lograron que se declarara esta fecha como el Día Internacional de la Mujer.
Sin duda, la sociedad y la evolución de la mujer en esta es un hecho. El post de hoy, lo escriben cuatro mujeres muy diferentes, pero unidas por algo más poderoso que la discriminación, el machismo y la desigualdad: el amor.
Daniela Piovezan @piove_dani
He crecido en una burbuja de machismo disfrazado, en el que a la mujer hay que cuidarla y protegerla, como un bien valioso que no puede mancillarse, ni física ni moralmente. En una sociedad cargada de protocolos y guiones. Una jaula adornada, acolchada y segura. Ya no me quejo. No me quejo porque lo que me enseñaron, no fue nada más que lo que les fue enseñado y no es momento de encontrar culpables.
Es momento de aprender del pasado, enfrentarse a los miedos, seguir adelante, creando una nueva historia y nuevas lecciones. Es momento de celebrar. Celebremos las conquistas. Las conquistas de tantas mujeres que entraron en nuestra historia, me llenan de admiración por su ejemplo de lucha, resistencia y superación.
Las batallas diarias de todas y cada una de nosotras por tener una vida plena. Celebremos la fuerza que impulsa la lucha por los mismos privilegios, y por qué no, también los deberes.
Celebremos la igualdad. La igualdad de importancia, no de esencia. La igualdad de oportunidades y derechos. Celebremos las diferencias.
Las diferencias que complementan y construyen. Las diferencias que dejan ver la belleza de los matices. Celebremos la libertad. La libertad de ir, hacer o ser lo que se desea. La libertad de tener hijos o no. De peinarse, maquillarse, depilarse, arreglarse… O no. Seducir y ser seducida. Ir sola o acompañada. Enseñar la rodilla, la mejilla o el pecho. Jugar al fútbol, billar o ajedrez. Que te guste el rosa, azul o amarillo, sin distinción alguna, ni porque un color u otro signifique nada.
Celebremos lo que cada una puede aportar como ser humano, con sus genes, caracteres e historias.
Me alegra profundamente, que las mujeres nos unamos por causas y que nos apoyemos en todo. Lo que me duele, muchas veces, es que parecemos competidoras, más que amigas. Seguramente, la educación retrógrada, tiene mucha culpa de ello. Pero es así, no lo entiendo, ni lo entenderé nunca, pero la unidad entre nosotras, no siempre hace la fuerza.
Es algo que me duele, pero lucho cada día para que esto cambie. Tenemos estigmas en nuestra piel, que nos causan dolor sin poder entender el porqué. Pero la realidad, es solo una, en toda esta lucha de cientos de años, contra las injusticias por una sociedad, en que la mujer estaba más que sometida por la presión sin razón del hombre, nos ahogo de tal manera, que creo que incluso hoy… Sigue siendo un problema.
Luchamos, salimos a la calle, algo que era impensable. Hablamos y decimos lo que pensamos, sin tener el miedo en el cuerpo para que nos anulen e incluso, nos maltraten. La vida no siempre es justa. Con la mano en el corazón, coherente de aquello que digo, el hombre, hablando de género masculino, no ha sido justo con la mujer. Éramos de una “categoría” inferior, nuestra voz, nuestros deseos y aquello que realmente necesitábamos no era tomado en consideración. Creando mella en nuestra vida y pensando, que realmente tenía que ser así.
Pero, a lo que os decía, las mujeres tenemos que unirnos sin ningún tipo de separatismo, apoyarnos para lo bueno y lo malo, aunque no estemos complemente de acuerdo. Sin duda, el dicho “La Unión Hace La Fuerza”, tendría que ser nuestra doctrina, para ponerle un par de ovarios a cualquier personaje que nos quiera menospreciar, solo por la condición de ser mujer.
Somos mujeres libres, luchadoras, con las ideas de una vida independiente creada por nuestras propias elecciones, sin una mano acusadora de aquello que “tenemos que hacer”.
Hoy quiero brindar, y aunque si un buen amigo habló sobre esta forma de celebrar, le robo, con todo mi cariño y respeto, su idea.
Brindemos con un buen Cosmopolitan:
Brindo por todas las madres solteras.
Brindo por esas directivas de empresa, que renuncian a tanto, que no es poco, por la única condición de ser mujer.
Brindo por cada una, que sin miedo ha escapado del hijo de puta que le alza la mano.
Brindo por todas aquellas, que saldrán a la calle el ocho de marzo defendiendo nuestros derechos.
Brindo por las mujeres, que de la paciencia hicieron una virtud.
Gracias a todas por ser mujeres.
Tengo un día, pero me vale. Tomo las calles, sin miedo, convencida de lo que hago y del porqué estoy aquí. Se lo debo a ellas, a mi madre, a mi abuela, a todas las mujeres que no tuve el placer de conocer, y que me abrieron paso y marcaron el camino a seguir. Cargo con mis propios frentes abiertos y lidio mis propias batallas, pero hoy me siento capaz de parar a todo un país. Sigo adelante con mi estrategia y cuento con un gran número de efectivos. Nos abanderan los mismos propósitos y nuestro himno nos ha conducido hasta aquí. Tal vez intenten desalentarme y desautorizarme, o pongan en duda mis intenciones y mis capacidades, puede que cuestionen mi criterio o simplemente, no me tomen en consideración, pero seguiré ahí, al pie del cañón. Avanzaré con paso firme y decidido, ganando terreno por méritos propios, buscando nuevos aliados cada día hasta que se me olvide el motivo por el cual estuve hoy aquí. Espero poder dejar atrás las causas perdidas y ser capaz de armarme del valor suficiente para sacrificarme por todos/as aquellos/as por los/las que vale la pena luchar. Ya sé que no va a ser fácil, puede que en algunos momentos me tiente la idea de abandonar, pero lo hago pensando también en las generaciones futuras, las presentes nos tenemos que atrincherar. Así pues, me abasteceré de lo propio y lo prestado, lo innato y lo adquirido, dispondré de todos los recursos a mi alcance y de un tiempo que no siempre resulte ser preciso, para poder lograr, al fin, la tan ansiada victoria. Y si en el peor de los casos, cayera o resultara herida, sé que cuento con el apoyo de un sinfín de manos amigas que blindarán mi corazón del coraje necesario para ponerme de nuevo en pie. Reconociéndome imperfecta y vulnerable, curtida por los embates de la vida y aleccionada por ellos, desde la ilusión y con honestidad, dejo constancia de cuáles son mis reivindicaciones, porque son estas y no otras, y no tengo intención alguna de cambiarlas:
Reivindico un lugar en el mundo, mi lugar, el nuestro.
Reivindico un salario digno, igualitario y justo.
Reivindico más horas compartidas y minutos en soledad.
Reivindico las mismas oportunidades que ellos.
Reivindico la libertad, la igualdad y la justicia.
Reivindico el derecho a decidir y a emocionarme, a aprender y a equivocarme, a luchar y a rendirme, a triunfar y a fracasar.
Reivindico lo humano por encima de cualquier género.
Reivindico el amor en todas sus formas y expresiones.
Reivindico el respeto y mi propia vida.
Reivindico el poder ser yo misma.
Escribir sobre el día de la mujer, me lleva rápidamente a pensar en la lucha por la igualdad con el hombre, la desigualdad salarial, la violencia de género y un largo etcétera de batallas, que no hay que abandonar. Todo ello cierto es, aún vivimos a remolque de muchas lacras en nuestra sociedad, dando mi total apoyo a quién hoy saldrá a las calles para reivindicarlo. Pero yo desde mi humilde pupitre, quiero que mis palabras vayan dedicadas a remarcar para sacar a la luz, todo aquello que también sabemos y a veces obviamos.
Mujer, todo el mundo sabe su significado morfológico, pero ¿y el significado oculto? Mujer es sinónimo de pasión, sentimiento, valentía, fuerza, dignidad, coraje, inteligencia, fortaleza emocional, empatía y sufrimiento (sí, sufrimos y a veces mucho, pero porque tenemos la capacidad de sentir).
Hay una palabra que engloba el sentir de una mujer, es el amor. Amor por lo que hace, amor por como lo hace, amor por quien la rodea. La belleza, sus amigos, su soledad, independencia, fragilidad, por su liderazgo, sencillez, al fin y al cabo, ¿ qué hay más importante?
Soy una mujer soltera, sin haber pasado nunca por el altar, no he vivido el nacimiento de un hijo, ni he conseguido un puesto directivo. No obstante, todo esto, lo vivo con la alegría de saber que estoy rodeada de amor. Con la necesidad de repartir y compartir, por ello, hoy, ocho de marzo, me voy a levantar con el único objetivo, de agradecer a todas aquellas mujeres bellas que forman parte de mi vida, a las que quiero y admiro. ¡Lo valéis y lo sabéis! ¡GRACIAS!